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POR RODOLFO LEANDRO
PLAZA NAVAMUEL

 

Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, a pocos metros del templo de Santo Domingo y en el solar de la avenida porteña que lleva su nombre. Su padre fue el capitán español don Domingo Francisco Belgrano y Peri (descendiente de una noble familia genovesa, nació en Oneglia, Italia el 15 de julio de 1730, aventajado comerciante en Buenos Aires, regidor del Cabildo y falleció en el Río de la Plata el 23 de marzo de 1793, siendo sepultado en la iglesia de los dominicos en Buenos Aires) y su madre, fue doña María Josefa González Casero, nacida en Santiago del Estero. Sus abuelos paternos fueron don Carlos Nicolás Belgrano y Belgrano (natural de Oneglia, Génova) y doña María Gentile Peri. Los abuelos maternos fueron don Juan Manuel González Islas (natural de Santiago del Estero) y doña María Inés Casero Salazar.

 

Era de regular estatura –dice Mitre-, de ojos grandes, de color azul sombrío, de cabello rubio y sedoso, de color muy blanco y algo sonrosado, cuya apariencia hacía recordar el tipo de razas del norte de Europa. La nariz era rominente, fina y ligeramen- te aguileña. Belgrano era de una contextura delicada, y su educación física no lo había preparado para los trabajos de la guerra. Estaba dotado, sin embargo, de una gran acti- vidad corporal, que lo hacía obreponerse a la fatiga. Se le acompañaba con dificultad cuando caminaba a pie, pues su andar era tan rápido que casi alcanzaba la medida del paso gimnástico de los soldados. Sus maneras eran sumamente cultas, sin afectación; sus gestos y ademanes muy medidos.

 

1. Sus estudios e ideas

 

Se graduó en el Colegio de San Carlos, donde ingresó para estudiar latín, filoso- fía y teología, y el presbítero, doctor Luis José Chorroarín le enseñó lógica, física, metafísica, ética y literatura. Luego estudió en España, en la Universidad de Salamanca y en la de Valladolid. Joven estudioso y siendo presidente de la Academia de Derecho Romano, Política Forense y Economía Política, solicitó, por razones de estudios en 1790, permiso al papa Pío VI para leer libros prohibidos, permiso que le fue concedido.

 


En febrero de 1793 se recibió de abogado en la Audiencia de Valladolid. A fines de 1793, Belgrano fue nombrado por el rey Carlos IV como secretario del Real Consulado del Virreinato que se establecería en Buenos Aires en 1794, cargo que asumió entusiasmado y con fin de poner en práctica en su país natal, las nuevas ideas económicas que recorrían Europa. 

 

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