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Esta cartilla dedicada al Padre de la Patria, tiene como destinatarios especiales a los jóvenes.


Nos encontramos insertos en la cultura de la globalización cuyos valores parecen distintos y distantes a los que forjaron la vida de San Martín.


Entendemos que estos valores podrían caer en el olvido si no pusiéramos nuestro esfuerzo para rescatarlos y darles vigencia sin perder de vista las características de los tiempos.


Conmemoramos, además, este año el Bicentenario del Inicio de la Guerra Gaucha, una Gesta que se inicia operacionalmente en 1814 y que finalizará con la muerte artera del Gral. Martín Miguel de Güemes en 1821. En esta Epopeya vemos aparecer indisolublemente unidos las concepciones estratégicas de José de San Martín y Martín Güemes para quienes la tarea libertadora solo estaría completa con la Libertad y la Independencia de América del Sur.


Unidad de pensamiento y de acción, herederos de los ideales de Mayo que juntamente con Manuel Belgrano desean una América unida más allá de los accidentes geográficos o las diferencias ideológicas.


La vida de San Martín tiene un aura de misterio y de respeto que caracteriza a los más grandes hijos de cada pueblo.


En su ejemplo, silencioso y modesto, puede verse tanto al militar profesional de admirable visión estratégica, como al organizador minucioso de fuerzas de combate y al eficiente administrador y gobernante. En cualquiera de los puestos en donde lo requería la Patria no lo ganó la codicia o la ambición de poder y cuando consideró concluida su tarea, se retiró sin esperar ninguna clase de reconocimiento o compensación.


Conoció la gloria y el exilio voluntario. Conoció las tormentas de las dudas y de la incertidumbre antes de cada batalla y también en las interminables luchas civiles que tantas veces han demorado el logro de los países latinoamericanos.


Las virtudes de San Martín son, hoy como ayer, las que todo argentino debe aspirar a asumir: el gobernante, el soldado, el trabajador, el empresario, el estudiante, en definitiva el ciudadano. Fue un gran héroe, pero ante todo fue un hombre que sufrió, amó, luchó con pasión y al que únicamente podremos comprender, respetar e imitar si unimos estas dimensiones excepcionales a las de un hombre entregado a una misión que, en el caso de San Martín fue nada menos que la libertad de un Continente.

 

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