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Por Martin Ignacio Plaza

 

De sus setenta y cinco años de vida, solo diez fueron de actuación publica en Latinoamérica.

 

En su paso por estas regiones, liberó medio continente, dando la independencia a las actuales Peru, Chile, Paraguay , Argentina, y Uruguay.

 

Conformó un ejercito libertador de la nada. Gobernó una provincia . Su cruce de los Andes fue fundante de la épica sudamericana . Estableció constituciones a su paso, genero pensamiento político . Fue ejemplo de rectitud moral individual y publica.

 

Fue combatido por los espíritus pequeños de la época como Rivadavia y Alvear. Se sintió cómodo con Belgrano y Güemes, después con Rosas.

 

Fue pasteurizado por el interés político de Mitre, y luego santificado por las versiones liberales de la historia.

 

Pero San Martin tenia objetivos políticos claros: la independencia y la unidad latinoamericana. Es decir , la libertad política y la soberanía nacional.

 

Seria imposible entender su proyecto, si no nos ubicamos en el momento histórico que le toco actuar , uno de los mas intensos y transformadores en la historia de mundo.

 

En occidente, habían ocurrido los cambios mas radicales de la historia: desarrollo del concepto de liberad religiosa a partir de la reforma y contrarreforma, tres revoluciones políticas ( Inglaterra 1689, EEUU 1776, Francia 1789), reemplazo de paradigma social y económico a partir del capitalismo, nuevas formas de gobierno a partir del agotamiento del sistema dinástico que gobernó Europa por trescientos años.

 

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En este tiempo del Bicentenario de los dos 25 de Mayo (1809/1810), rumbo al Bicentenario Suramericano del 9 de Julio de 1816, evocar los 205 años de la Batalla de Suipacha, reflexionar sobre su “malhadado desaprovechamiento”, es parte imprescindible del reconocimiento al sacrificio del norte argentino y sur boliviano, en la gesta imperecedera de la Libertad e Independencia. Gesta gaucha que aseguró la independencia de Argentina, Chile y de Perú. En Suipacha (7.XI.1810) por primera vez las caballerías gauchas de Tupiza, Tarija, Salta y Jujuy, demostraron al ejército realista, al absolutismo español, que la tierra en armas era letal para su dominio colonial. Durante mucho tiempo, mediante el ejercicio del despotismo turco en la historia argentina (según definió Juan Bautista Alberdi, en su libro: "Grandes y pequeños hombres del Plata"), la historiografía regional del Río de la Plata ignoró el papel protagónico que le cupo en la primera victoria de las armas de la Patria, al Capitán Martín Miguel de Güemes y a las fuerzas gauchas convergentes desde el actual norte argentino y sur boliviano. 

 

Durante años los historiadores académicos y sus epígonos, consideraron a Suipacha como un tema tabú, mandato de silencio que tenía por objeto encubrir el descuartizamiento de las Provincias Unidas de Suramérica. Al olvidar las victorias en el Alto Perú, justificaban mediante las derrotas, que esa geografía no era favorable al avance patriota, y que lo importante era Lima, y no Potosí. Para ello, militarmente hablando, las  Republiquetas en el Alto Perú, y las guerrillas en el Norte, eran suficientes para contener el avance realista. No para encarar una decidida acción ofensiva, tal como la planteara San Martín en su Plan Continental. 

 

La idea central de este criterio sobre lo acontecido, fue notorio en su fin de denigrar o minimizar al gauchaje "poderoso elemento de combate”, y al Caudillaje que lo conducía (Artigas o Güemes) en una guerra a muerte al invasor. No podía Mitre(padre de la historiografía académica) y sus seguidores, aceptar el papel preeminente cumplido por el Caudillo Oriental y el Andino, en defensa de la patria naciente, porque “dado el atraso social de la mayoría del pueblo, llevaba en sí los gérmenes de la decadencia social." (Afirmaciones de Mitre, en su polémica con Vélez Sarsfield, 1864).

 

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Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena

 

¿Es posible una revolución nacional, sin Fuerzas Armadas? ¿Es posible, la Democracia, la República, el Federalismo, la Justicia Social, sin Patriotismo? Basta evocar los dos 25 de Mayo (1809 y 1810), para darnos cuenta que la Libertad y la Independencia, sin Patriotismo, sin civiles esclarecidos, sin Fuerzas Armadas, no se proyecta en el tiempo. Por ello, uscando huellas patrias, me referiré al Potosino Cornelio Saavedra, nacido el 15.09.1759 en el Alto Perú (actual Bolivia), en la provincia de Linares, en la Hacienda de Fombera, bautizado en la Iglesia de Santa Ana de Otuyo, el 16.09.1759, en tierras de argentum. Y también a su compatriota y contrincante Mariano Moreno.

 

Morenistas y Saavedristas ¿apresurados o retardatarios?. En los 70, en el Siglo XX, cuando la historia se transformó en política, en instrumento de la militancia partidaria, ser  aavedrista o Morenista era toda una definición ideológica. Aún hoy, desde los pensadores o historiadores de derecha o de izquierda, el reaccionario Coronel de la Junta de Mayo, o el fogoso jacobino paradigma del progresista, ocupan páginas vehementes sobre sus actuaciones en los primeros pasos de nuestra Patria. Saavedra y Moreno fueron dos emperamentos disímiles, dos estilos metodológicos de hacer política, en el fondo son dos formas de ver la vida pública. Saavedrista o Morenista afirman un entimiento político.Siendo la reflexión histórica un punto de vista sobre la vida política, social y económica de una sociedad, con toda la subjetividad e intento de objetividad propia de quien piensa, siente e imagina una época; recordar y apoyar la actuación del Presidente de la Junta de Mayo, el primer Coronel del Pueblo (en las jornadas arrabaleras, tumultuosas y populares del 5 y 6 de Abril), no quita poder expresarnos sobre su oponente, compatriota de aventuras y desventuras revolucionarias. Ambos, participes necesarios de la Patria Mayor, nuestra América del Sur. Desde la escuela primaria, nos viene al recuerdo, la frase: “¡Se necesitaba tanta agua, para apagar tanto fuego!” Sintetizando la muerte de Moreno en Alta Mar, a bordo de un buque ingles ¿Asesinado? Y la frase: “Dejad que las brevas maduren…” para ubicar la actitud de Saavedra ante el apuro de los jacobinos (Rodríguez Peña, Padilla, Castelli, Monteagudo, jacobinos sin burguesía) por lanzarse a la Revolución, en los días de Mayo.Reflejan estas “anécdotas” el intento de fijar “líneas históricas” en la educación que supimos conseguir después de Pavón (con la victoria de Buenos Aires, y la derrota del interior), y la generación del 80 (aquella del Orden y el Progreso). El progresismo del “numen de Mayo” opuesto al “monarquismo” del contrarrevolucionario militar, es parte de la historia oficial, académica, y de su oponente cultural y político, el revisionismo histórico… De nuestra enseñanza sin matices, sin comprensión de los factores en pugna. De los intereses económicos e ideológicos en acción perturbadora, silenciados por la historia oficial mitrista, con eje en el Río de la Plata.

 

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Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena

 

Se conoce que las actas originales de las sesiones del Congreso de Tucumán, y la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica, fueron robadas. “(…) A fines de Julio de 1816, las autoridades de la ilustre corporación enviaron varios pliegos de suma importancia al gobierno de Buenos Aires por intermedio de un correo militar: el oficial Cayetano Grimau. Dichos documentos consistían en las actas de las sesiones, oficios del gobernador cordobés José Javier Díaz dirigidos a Pueyrredòn y - según algunos - nada menos que el acta original de la Declaración de la Independencia… En el trayecto, al ir de posta en posta, el joven Grimau, se encontró con individuos extraños, uno de ellos un inglés…


El 2 de Agosto a las 10 de la mañana Grimau advirtió que otros viajeros iban cerca de él: se trataba de los diputados Corro y Molina,
acompañados por una comitiva. En determinado momento el personaje inglés subió al coche de los legisladores citados, conversando largamente con ellos. Luego se apeó, y sacando un trabuco se lo puso en el pecho a Grimau, exigiéndole la entrega de los pliegos oficiales del Congreso…". ("Cronología Histórica Argentina" de Armando Alonso Piñeyro).


Este extraño suceso, que tuvo por consecuencia un juicio militar sin resultados, ayuda a la historia oficial (aquella que se impuso después de Pavón) a distorsionar la enseñanza nacional. Afirman los académicos y epígonos, que se trata de la independencia del Río de la Plata no de la Provincias Unidas de Sudamérica. Sutil distinción, que abreva en la necesidad de imponer la memoria del país cosmopolita sobre el país interior. Se trata de una política de la historia, para la cual el Río de la Plata es el país, y el interior gira a su alrededor. Por ello, el Congreso de Tucumán siempre fue un tema tabú de la historiografía rioplatense. Por razones geográficas, jurisdiccionales, institucionales, de forma de gobierno y de ¡Patria Grande! ¿Conocen las nuevas generaciones, que San Martín, Belgrano, Pueyrredòn y Güemes, apoyaron la Monarquía Constitucional temperada? ¿Qué proponían un Monarca Inca, para gobernarnos? ¿Qué la capital, debía estar emplazada en el Cuzco? ¿Qué en nuestra independencia, participaron diputados del Alto Perú? Si desconocemos estos antecedentes fundacionales, el pensamiento de nuestros libertadores queda trunco, no se proyecta el mandato de futuro: ser libres e independientes de toda dominación extranjera.

 

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Por Jorge Sáenz

La crisis planetaria que actualmente nos agobia, sumada a la delicada situación interna en que nos encontramos, han sumergido a nuestro país en una profunda incertidumbre donde está en juego el futuro de la Nación. Hace exactamente dos siglos, la situación político-militar de las Provincias Unidas era sumamente crítica, y sentimientos similares a los actuales embargaban a los patriotas por motivos de distinta naturaleza. En 1819, un conjunto de graves amenazas convergían dramáticamente sobre las Provincias Unidas, que comprometían seriamente la continuidad de nuestra independencia.


En esos momentos, el Gral. San Martín se hallaba en Chile dando los toques finales al plan de desembarcar en las costas peruanas, buscando derrotar a los realistas en su último bastión. La falta de fondos suficientes lo tenía sumamente preocupado. Era ésta una característica común de las operaciones militares patriotas, debido a la falta de compromiso y persistencia en los objetivos del gobierno central, que se había desentendido completamente de la importante operación militar a realizar en el Pacífico. En ese momento San Martín mantenía una mala relación con el Alte. Thomas Cochrane Jefe de la Escuadra, porque el marino inglés buscaba asumir el mando integral de las operaciones, y se mostraba poco colaborador. Las adversidades no terminaban allí, porque las persistentes protestas por falta de pago de los tripulantes de los barcos, comprometían seriamente la posibilidad de concretar la operación anfibia. Esta situación llegó a conocimiento del Virrey de Lima Gral. Pezuela, por medio de la Gaceta de Santiago, periódico que solían traer los tripulantes de los barcos mercantes británicos provenientes de Valparaíso. 


Según relata en sus Memorias, el virrey estaba convencido de que San Martín suspendería la operación anfibia sobre el Perú, para cruzar la cordillera con su ejército para sofocar las rebeliones del Litoral. No obstante esos inconvenientes, San Martín continuaba con su plan haciendo correr versiones engañosas sobre el sitio de desembarco, de la misma manera que lo había hecho antes de cruzar los Andes en febrero de 1817. Estas noticias confundían de tal manera al virrey, que no le permitían decidir qué hacer y dónde concentrar las unidades militares para rechazar la operación anfibia si llegara a concretarse. El virrey disponía de un importante ejército, porque sumando los efectivos disponibles en Lima, en la montaña, y en el Alto Perú, alcanzaba la no despreciable cifra de 22.000 hombres para oponerse a los 4.500 efectivos bajo las órdenes de San Martín. Las fuerzas realistas estaban distribuidas en tres lugares distintos: en la costa, por la amenaza anfibia; en Tupiza, preparándose para realizar una ofensiva hacia el Sur; y en la montaña, desde donde podía incidir sobre la costa o sobre el Alto Perú. Si el Virrey Pezuela no lograba conocer el lugar del desembarco, se vería obligado a distribuir sus efectivos en los sitios probables, opción que debilitaría sensiblemente la defensa costera.

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En la capital de Salta a seis días del mes de mayo de mil ochocientos quince años. Los señores del Muy Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento abajo firmados estando congregados a toque de campana en esta sala de su Ayuntamiento para tratar los asuntos convenientes a la causa pública. Y habiendo representado en este acto el señor procurador general doctor don Pedro Antonio Arias Velázquez a nombre del pueblo que se hallaba congregado fuera de la sala capitular pedía se nombrase un gobernador en el entretanto quedaba establecido un gobierno fijo y permanente de la satisfacción y consentimiento de las Provincias Unidas. A lo que Su Señoría el Ilustre Ayuntamiento le hizo por conducto del mismo señor procurador imponer de los pliegos e impresos que se acababan de recibir del Excelentísimo Cabildo de Buenos Aires para que impuesto el referido pueblo de todo lo que contiene acerca del Supremo Gobierno Provisorio establecido y elecciones practicadas se difiriese la presente solicitud y se tratase primero de tomar consentimiento libre del mismo pueblo acerca de los puntos que contienen las citadas circulares e impresos; mas como insistiese en que se procediese sin embargo de ello a la elección de gobernador avino a ella Su Señoría y como manifestase este benemérito pueblo el deseo que tenía de que se practicare en el propio acto, se procedió a verificarla dando cada uno de los vecinos su sufragio en el orden posible, y recibidas las respectivas cédulas y publicadas resultó casi por una general votación el señor coronel don Martín Miguel de Güemes a quien por petición del mismo pueblo se le puso en posesión en el mismo acto precedido el juramento de estilo que se lo recibió el señor alcalde de 1er. voto alférez nacional don Miguel Francisco Aráoz; de la propia conformidad que al señor doctor don Pedro Antonio Arias nombrado de teniente asesor de dicho señor gobernador de consentimiento y aclamación del pueblo. Con lo que se cerró esta acta que firma Su Señoría habiéndose primero leído por mí el actuario al propio pueblo que solicitó quedase autorizada con las subscripciones del Muy Ilustre Cabildo de que doy fe.-


Martín Güemes. Miguel Francisco Aráoz. Alejo Arias. Gaspar Castellanos. José Mariano Sanmillán y Figueroa. Doctor Juan de la Cruz Monje y Ortega. Inocencio Torino. Doctor Juan Manuel Güemes. Ángel López. Doctor Pedro Antonio Arias Velázquez, Síndico Procurador General. Ante mí Félix Ignacio Molina, Escribano Público de Cabildo y Comercio.

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Producida la Revolución de Mayo, ésta tomó dos orientaciones políticas: la que se dirigía a lograr una simple reforma del antiguo régimen y la que pretendía cambios radicales en los aspectos políticos y económicos de éstos territorios. En el primer grupo militaba la “facción alvearista” de la Logia Lautaro, que se habían constituido como mayoría política en el seno de la Soberana Asamblea y desde allí maniobraba para imponer al Gobierno una orientación adecuada a la política europea.


En el segundo grupo se nucleaban los “independentista” que tenían como referente, entre otros, al entonces Teniente Coronel José de San Martín, quién dentro de la Logia, representaba las aspiraciones de independencia y constitución.


Sin embargo, la primera orientación se impuso y San Martín, abandona Buenos Aires.


La facción triunfante de los alvearistas quedó a cargo de la conducción de la Asamblea, la cual crea la institución del Directorio constituido como suprema autoridad ejecutiva de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Gervasio Posadas, tío de Alvear, queda al frente de tan importante cargo ejecutivo, lo que permitió que su sobrino fuese la cabeza dirigente de ésta tendencia política.


A poco de andar, el grupo orientó su accionar político alejado de los ideales que dirigieron en un primer momento a la Revolución de Mayo. “Gobernaban sin ley que enfrentara por caminos ciertos su conducta”, dice Bernardo Frías


El coronel José de Moldes, representante salteño ante la Asamblea y opositor a esa política, acusó en sesión pública a los generales y otros jefes de la expedición sobre Montevideo y se opuso abiertamente a las “iniquidades que proponía el gobierno”.

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Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena

 

Guerrero de la Libertad, Gobernador de la Provincia de Salta, representante de la misma, y signatario del Acta de la Independencia en el Congreso de Tucumán (9 de Julio de 1816). Conductor militar de la victoria del Día Grande de Jujuy (27.04.1821).

 

En este ensayo, seguimos la línea histórica esbozada por el Dr. Atilio Cornejo, en su artículo: “Gorriti, Doctor Gral. José Ignacio de” publicado en la revista de Genealogía – Hombres del Nueve de Julio”, Buenos Aires, 1966; conceptuamos que era también necesario realizar acotaciones, explicaciones y ampliaciones sobre el mismo; el lector sabrá apreciar si lo hemos logrado. De esta forma, rindo un merecido homenaje al prócer, y a su historiador. 

 

Familia y formación


El erudito genealogista, miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, fundador del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, y del Instituto Güemesiano, comienza afirmando los antecedentes familiares del biografiado.


“(…) El Dr. José Ignacio de Gorriti, hijo de don Ignacio Gorriti, natural de la Villa de Ascoytia, Provincia de Guipuscoa (España), nieto paterno de Joseph Gorrito y María de Arambarry, y de doña Feliciana de Cueto, nieta materna de Francisco de Cueto y de María Liendo, vecinos de la ciudad de Jujuy, nació en esta última ciudad, entonces integrante de la Gobernación de la Intendencia de Salta del Tucumán, el 20 de Junio de 1770. Fueron sus hermanos, el Canónigo Dr. Juan Ignacio de Gorriti, Diputado por Jujuy a la Primera Junta de 1810. Agregamos: Diputado por Salta al Congreso Constituyente de 1826, y Gobernador de Salta (1829); y el Coronel José Francisco de Gorriti, destacado oficial del Ejército de Milicias Gauchas del General Martín Miguel de Güemes. Casó – José Ignacio, nuestro biografiado – con Doña Feliciana de Zuviría y Castellanos (hermana del Dr. Facundo de Zuviría, Presidente del Congreso Constituyente de 1853) de cuyo matrimonio nacieron Juana María Gorriti, casada con el General Manuel Puch (hermano del Gral. Dionisio Puch, y de Carmen la esposa de Güemes) y Juana Manuela Gorriti, la célebre escritora, primera novelista e historiadora argentina, casada con el General Isidoro Belzu (Tata Belzu, asesinado por Melgarejo), Presidente de Bolivia.

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